Por Mayrin Moreno Macías
Libertad, felicidad… Es lo que siente Nadia Pereyra dentro de la cancha. “Me olvido de todos los problemas que tengo. Es lo que siempre uno necesita”, dice. Hace unos días fue elegida como la mejor base del Sur mendocino, por votación del público, a través del Instagram de la Asociación Sanrafaelina de Básquet Rodolfo Iselín (ASBRI). Actualmente es jugadora del Club Maristas de San Rafael y lleva el número 6 en la camiseta.
–Con este aislamiento, ¿extrañas el balón?
–Lo extraño y lo necesito. Es un estilo de vida que no podés cambiar, toda mi vida jugando y entrenando básquet, es muy difícil parar por meses. En mi casa tengo un balón y conos, me sigo entrenando, pero sin un aro y mis compañeras se hace muy difícil.
Base desde los 8 años
Nadia respira básquet. Comenzó a jugar cuando tenía 8 años. Cursaba el sexto grado. Hoy tiene 21 y cursa el profesorado de Educación Física. Un jugador que admira mucho es Manu Ginóbili, “por nunca perder la confianza en que él podía hacerlo”.
“Conocí el deporte a través del programa de talleres deportivos que había impulsado el Gobierno. Les dieron horas a los profesores de Educación Física para fomentar el deporte en los más jóvenes. Luego, por el incentivo y la invitación de mis entrenadores Néstor Sánchez y Verónica Gantus, obtuve una beca de estudio para el colegio San Martín y allí seguí entrenando y aprendiendo mucho de básquet y vóley”, explica.
Su lugar de residencia es Alvear. Por tres años estuvo entre San Rafael y ese departamento para poder seguir sus estudios. El primer año de facultad vivía acá y viajaba a Alvear para seguir jugando en la liga local. Al siguiente año su ruta era desde Alvear a San Rafael para continuar sus estudios y en 2019 entró a Maristas y pudo aliviar los viajes. Nunca dejó de jugar a pesar de lo económico, que se hizo cuesta arriba.
Esta pasión por el básquet fue a primera vista. Jugar la hace sentir bien. “Me ayudó mucho. Cada situación que vivo con el básquet la comparo con la vida cotidiana y así puedo resolver muchas cosas”, dice. Su posición dentro de la cancha, desde que inició hasta el sol de hoy, siempre ha sido de base. “Tuve tiempo en que jugué de alero, ya que en mi equipo las jugadoras éramos todas alumnas del colegio y esto ocasionaba faltas de jugadoras o más jugadoras en mi posición”.
Cuenta que el equipo de Maristas se conformó el año pasado. Son jugadoras, compañeras y amigas. Nadia explica que ese compañerismo y la confianza en la cancha lo tienen porque ya se conocen y saben cómo es el juego de cada una. “El juego es siempre en equipo, es ahí donde nos apoyamos. Además el entrenador (Horacio Salinas) nos ayuda como puede, porque la mitad del equipo entrena en San Rafael y la otra mitad en Alvear. El trabajo que realiza es muy valorado. Es paciente, compañero y comprensible”.
–¿Cuáles son las cualidades psicológicas necesarias para competir?
–Para mí las más importantes son la autoconfianza y la seguridad. Si tenés confianza en vos, lo podés lograr, y si lo hacés con seguridad, vas a poder y también es muy significativa la confianza con tus compañeras de equipo.
–¿Qué influencia tiene tu familia en esta práctica deportiva?
– Toda. Siempre tuve su apoyo en este deporte, es algo que le gusta a toda mi familia, en la mínima complicación o decaimiento que tuve, ellos eran los primeros en ayudarme. No tengo dudas de que sin ellos no podría hacer nada.
–¿Viste la serie “The last dance”?
–Comencé a verla ahora, ya que tenía mucho por estudiar y eso me impedía poder sentarme. Pero me parece muy interesante y motivadora.