Por Mayrin Moreno Macías
“Cualquiera puede ser lector”, dice Matías Marusevich ante el pedido de que complete las frases “un niño lector…” y “un adulto lector…”. Y agrega: “Es más, creo que tanto le niñx como le adultx están en un mismo plano: en el deseo de leer, y que más que un rótulo pedante que se pueda adquirir, es una herramienta que les puede unir. Hoy la tecnología fomenta las brechas generacionales y creo que la lectura es una de las tantas vías o puentes que se pueden establecer para vincularnos”.
A pesar del distanciamiento social impuesto por la pandemia y del parate económico, Matías ha tenido días productivos. Pudo arrancar el comic “The Sandman”, que hace rato lo tenía pendiente; hizo unas capacitaciones gratuitas en la plataforma online de la Universidad Nacional de Córdoba y recomienda la de armado de termotanque solar; por las noches lo sorprendió la serie “After Life” y participa del grupo El Ceibo, orientado a la promoción de la lectura.
“El llamado de Carolina Elwart fue una gran sorpresa y me pareció necesario un espacio en el que quienes veníamos realizando actividades por separado, pudiéramos encontrarnos, compartir y crecer en conjunto. El colectivo tiene pocos meses de vida, pero pareciera que hubiese existido desde siempre. Tengo muchas expectativas, es un desafío interesante, imaginarás que viniendo de lugares tan diversos, somos todos muy diferentes en nuestros métodos y formas, más aun con la cuarentena de por medio, pero el entendimiento mutuo y las ganas de crear algo juntos está por encima de todo. Esa es la esencia que tenemos como colectivo, romper con la visión cerrada de la lectura y adoptar una nueva que refleje su dimensión real y la enorme cantidad de puertas que es capaz de abrir”.
Matías es técnico químico. Alcanzó la mitad de la carrera de Bioquímica en la Universidad de Buenos Aires hasta que decidió ir por otro camino. Su interés por escribir lo alimentaba de manera paralela. Realizó varios talleres y cursos de escritura y guion, y finalmente encontró el taller de Mara Lazio, quien fue su gran maestra y mentora, y lo formó como guionista hasta que falleció, a finales de 2017. Una vez que Matías se mudó a San Rafael, continuó el taller de guion con el método que Mara había desarrollado. Los primeros en abrirle las puertas fueron las bibliotecas populares Mariano Moreno y Francisco Peñasco.
–¿Cómo te sentiste con el anuncio del regreso del Plan Nacional de Lectura?
–La noticia representó un gran alivio, ya que simbolizó el ordenamiento de las prioridades de un Estado que, en los últimos cuatro años, había sido implosionado a una mínima expresión. Este plan, junto a otras medidas, como por ejemplo el retorno de la categoría de ministerio para la Salud, fueron las primeras impresiones de una idea de gobierno que, a priori, remediaría los grandes retrocesos de la gestión macrista, que no solo se evidencia en una deuda nefasta y abrumadora, sino además en la “incapacidad” de dar respuestas a los reclamos y necesidades de los sectores de clase baja y media de la sociedad. Con la llegada de la pandemia, creo que fue más evidente todavía que la presencia estatal creció en muy pocos meses y que se cambiaron los ejes de acción, dejando atrás los lineamientos imperativos del mercado.
Matías afirma que el plan de lecturas es, sin dudas, una herramienta de equidad social, “entendiendo que además de las necesidades básicas para la supervivencia de cualquier persona, es igualmente importante y vital su expansión cultural. Sin ir más lejos, en nuestra provincia se han cerrado un gran número de instituciones educativas que, como dice el manual del buen defensor del libre mercado, ‘no cumple’ con las pautas autoimpuestas irrisorias. Es aberrante. El plan de lectura es una oportunidad para plantar debate, dejar en evidencia este tipo de acciones y defender cada uno desde nuestro lugar lo que creemos y deseamos de nuestra educación pública”.
–¿Cómo nos enriquece la lectura y la escritura?
–Desde el punto de vista de un guionista, la lectura conforma uno de los componentes fundamentales para desarrollar talentosamente una idea o guion. La lectura es una cualidad entrenable que en cada persona tiene su forma de expresión, y es clave que cada uno conozca y reconozca qué tipo de lector es. Y no necesariamente el más lector es un mejor guionista, sino más bien que la forma en que matizamos las lecturas, las filtramos por nuestra forma de ver y sentir el mundo, da como resultado una obra absolutamente personal. Dicen que la originalidad no existe y que todo ya fue creado. Estoy a favor y en contra al mismo tiempo de esa afirmación. Entiendo por creatividad a esa especie de licuadora o procesadora que somos que absorbe conocimientos, saberes y todo tipo de expresión artística, y expulsa algo diferente, algo mixto, otras no y, en el mejor de los casos, algo nunca visto. Solo es cuestión de seguir agregando ingredientes y nunca dejar de intentar.