Por Mayrin Moreno Macías
“Ellos aman bailar”, dice Rodrigo Rapiman. Él es uno de los siete hijos de José Ceferino Rapiman y Mirtha Teresa Simón, quienes grabaron un video bailando una zambita en el patio de su casa para que sus otros hijos y nietos, que viven en Río Negro y en Neuquén, los vieran esta cuarentena.
Pero no solo ellos han podido disfrutar estas imágenes. A las 6 y 50 de este viernes 8 de mayo ya tenía más de 81 mil reproducciones en la página de Facebook de Marcelo Tinelli. “Me llenó de ternura el corazón verlos”, posteó. Además les mandó un mensaje dándoles las gracias por el amor que brindan y para que ojalá la familia siga unida y que sus hijos sean iguales que ellos, a lo que Rodrigo responde: “Y así somos todos, ¡unidos!”.
Él cuenta que el pedido del video lo hicieron por el grupo de Whatsapp de la familia. “Es una manera de tenerlos cerca. Los que viven al Sur los extrañan”. En Río Negro viven Fedra, quien es enfermera en el Policlínico Modelo; Samanta, peluquera; y Rocío, que elabora y vende masas finas. En Neuquén vive Nazareno, quien es profesor de Historia y acá los acompañan el mayor, Maximiliano, que se dedica a la elaboración y venta de planificaciones; Sacha, el menor, quien es tatuador y está a tres materias de recibirse de profesor de Artes Visuales; y Rodrigo, trabajador en la Penitenciaría de San Rafael.
Mirtha y José
Hace 42 años que José y Mirtha están juntos. Se casaron el 6 de enero de 1978 en Río Negro. Vivieron por mucho tiempo en Allen, donde criaron a sus siete hijos. Después que José se jubiló de la Policía, el 9 de enero de 2000 decidieron mudarse a San Rafael, la tierra natal de Mirtha. A pesar de las dificultades que tuvieron que sortear en el camino, el amor entre ellos, por sus hijos y por la danza, sigue ardiendo como una llama olímpica. No se apaga.
Aunque no han podido tener una casa propia, siempre se han puesto de acuerdo para salir adelante, vendiendo tortas en la calle, empanadas, o haciendo trueque. Además, Mirtha es modista y José hace trabajos de carpintería. “El amor por el folclore nació desde ellos. Mis viejos siguen bailando, los llaman de diferentes agrupaciones para que las representen como parejas de adulto mayor, han ganado primeros puestos en concursos, mi mamá se destaca como comadre en las competencias de folclore y los siete hijos somos todos bailarines, después dos se hicieron profesores de tango, una de mis hermanas es profesora de árabe, otro es bailarín de salsa y bachata, y yo soy cantante”.