Por Marcos Martínez
Ilustración: Martín Rusca

Capítulo 24
He visto el rostro de la gente que va a morir y sabe inexorablemente que va a morir. Abandonar un cuerpo, una ciudad, una familia, pasar a habitar el recuerdo. Ese maldito país de los recuerdos, esa utopía de fantasmas, de casi hombres y mujeres. Ojalá los recuerdos pudieran fornicar y reproducirse, embarazarse, crecer, pero no, los recuerdos son ese tiempo muerto pegado a las cosas, a los vidrios, a las personas, a las vidas estériles y preñadas de muerte.
Sólo una vez pude salir a patrullar con la Comisión.
No me animo a repetirlo.
La muerte a preñado todo lo vivo; gente, historia y recuerdos.