Por Celeste Napoleón
Ilustración: Pamela Hübbe
(N° 29 de la serie “Como la common people”)
Lejos de la posibilidad de reír con alguna de esas películas consagradas de la Cameron Díaz, como «Loco por Mary», y más en distracciones como pensar si voy a leer por fin «100 años de soledad» de una vez por todas o si voy a seguir llevándole la contra al resto como quien decide no aprender a jugar al truco, me aíslo en el misterio y quisiera saber cómo hacer un voto de silencio absoluto de esos que hacen los monjes budistas y que realiza Julia Roberts en la más «yogur» del top «yogurísimas» de sus películas: «Comer, rezar, amar» .
Opto por pensar con seriedad para forzar la carcajada en «Esperando la carroza», para imaginar cómo es el universo de las casas afuera, seguramente tan llenitas de conflictos humanos como la ya nombrada.
Todas las pasiones que entran en el camisón rosa de señora que uso para estar cómoda y en casa no condicen con el look que las degüella en filita y las deja desangrarse por cada rincón habitable.
Sucede que a veces una no es tan agradable como quisiera y todas las instrucciones de la nena sonriente y delicada, educada y saludadora, dulce y refinada, por suerte, se permite pasárselas por el coño.
Recordar los dibujos de Maitena en «Mujeres al borde de un ataque de nervios», con sus miradas inquisidoras frente a los interrogantes de lo cotidiano, es como mirar el espejo donde tantas nos debemos estar mirando.
En fin, los reportes de los últimos días no dan motivos para escribir cosas muy nuevas, hace dos meses unx no imaginaba los sucesos a los cuales nos vemos sometidos, y no es la primer guerra mundial, ni la segunda, ni la caída del muro del Berlín, ni la caída de las torres para justificar la expansión de un imperio; sin embargo, lo que se siente es miedo. No es el ántrax ni la gripe aviar, ahora en forma de fichas: canjealas en el kiosco de la vuelta, si te deja llegar la Policía.
La amistad reducida a la virtualidad, la solidaridad reducida a la redistribución de memes, música, lecturas, ideas, fotitos de alguna parte del cuerpo si el atrevimiento y la valentía lo permiten, emojis simpáticos, audios con voces de fondo…
La soledad en medio de la mucha bulla de quienes comparten la búsqueda en medio de sus aislamientos.
Con la parsimonia que caen las hojas, así cae la noche, y el sueño llega a la madrugada.
Hablame de shock, hablame de la sociedad del cansancio, hablame de lo que quieras. Yo solo necesito un abrazo que me salve, y la mayoría lo necesitamos.
Remolineo y bamboleo el camisón, me voy en busca de canciones, de lo solitario que me abrasa (sí, de quemar) y me dispongo a que suceda lo que deba suceder.
En la cocina, las mujeres que me rodean emprenden la aventura de hacer con poco algo dulce y esponjoso, algo que mime y que rompa la rutina. Tal vez cuando seamos viejas, el olor a bizcochuelo nos traiga a este momento.