Marcos Martínez: “Al gobernante promedio no le interesa verdaderamente la salud”

Por Mayrin Moreno Macías

 

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San Rafael, 2020. Marcos Martínez todo lo mira sentado en el patio desde un sillón rojo. Un encendedor, también rojo, reposa en el suelo, a una distancia cómoda para su mano. Hace tiempo que pasea de la cama a otro ambiente tipo aleph (cocina, comedor, living), pero con sobredosis de patio. “Pienso que debería vivir en un lugar más grande, pero después recuerdo a (Ernest) Hemingway, que decía que la mejor literatura se creó en los peores lugares y se me pasa”, dice el escritor.

El lunes 13 de abril lanzó por revistakm0.com su novela corta “La Peste”, escrita entre 2015 y 2016, con ilustraciones de Martín Rusca, un capítulo cada noche a las 9. Hoy entra en su semana final, con la publicación de los antecedentes (a manera de anexo), que abordan “la guerra del Paraguay, mal llamada ‘Guerra de la Triple Alianza’, un fraticidio solo comparable con los peores mitos de la guerra de Troya: el exterminio de todos los hombres, las esclavas y la matanza de niños y niñas. El papel de Mitre, Sarmiento y la clase dominante argentina fue lamentable. Hundimos al país más adelantado de la región a pedido de Inglaterra”, explica.

Como todas las semanas aparecen felicitaciones y nuevos lectores y lectoras, este domingo hará un directo vía Instagram denominado “Un vinito con Marcos”, para conversar sobre la novela, la peste, la pandemia de Covid-19 y las inquietudes de quienes se sumen. El capítulo final estará sucedido por una historieta corta, también creada por Marcos y Martín.

¿Cómo vives, personalmente, la situación creada en el mundo por la pandemia?

–No confío en la Organización Mundial de la Salud, es eurocentrista. Si no, hace tiempo hubiera hecho algo por el dengue o por las enfermedades ya “erradicadas” que rebrotan en zonas de América Latina o África. Las clases dirigentes “acatan” con más o menos inteligencia. En nuestro caso se actuó rápido, y eso es bueno, pero al gobernante promedio no le interesa verdaderamente la salud, sino cómo lo dejará midiendo para la próxima elección. Por eso, excepto Alberto y el gabinete nacional, la mayoría de los gobernadores e intendentes creen que la salida es ser más paranoico que el vecino promedio. Lo que se está discutiendo es la confianza entre la clase política y los ciudadanos comunes. Como se ve en la novela, el otro extremo tampoco es bueno. Sarmiento en 1871 minimizó el tema. La diferencia es que la peste amarilla tiene altísima tasa de contagio y alta tasa de mortalidad, el Covid-19 solo tiene alto contagio. Mis contradicciones están en la vigilancia: la Policía en la calle, la misma Policía del gatillo fácil, y lo que es peor, el control y la vigilancia internalizados por el propio vecino: el milico de balcón, aunque en sanra haya pocos balcones.

 

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Cortesía de Marcos Martínez

 

Duro, inalterable, sólido, Foucault, la vecina…

El sillón rojo ya dibujó sus formas. Desde ahí, con su pipa entre labios, Marcos pudo ver cómo la Policía desbarató una «juntada» en la esquina de su casa, en pleno centro, algo que él comparó con un “operativo para apresar al Chapo Guzmán”. Entraron al patio, treparon por los techos y Marcos, duro, ¡eh!, inalterable, sólido, inmune, pensando en Foucault, en su vecina que escucha Bob Marley, miraba fijamente a la cámara imaginaria…

¿Te molesta el aislamiento?

–Sí, me molesta el control internalizado. Si antes de todo esto nos costaba a los artistas escénicos que la gente fuera a eventos, ¿qué va a pasar después? No será nada fácil convencer de ver en vivo lo que vieron hasta el hartazgo en streaming. Después están los vínculos, tengo una lista larga, aunque ni yo mismo lo crea, de personas a las que quiero ver, algunas con más desesperación que a otras.

¿Se siente parecido a la soledad que te autoimpones al escribir?

–Hay diferencias. Yo puedo estar varias horas escribiendo: cuatro, seis, ocho, pero después necesito salir. Antes, diciembre y primera quincena de enero, salía a tomar una birra o a andar en bici, o ambas. La cuarentena me robó los paseos de noche y la posibilidad de compartir tiempo con amigues.

 

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Cortesía de Marcos Martínez

 

El mito de la inspiración

Por estos días de aislamiento le sorprende lo mucho que le cuesta leer, incluso textos cortos. Ya abandonó a Heidegger, Henry Miller y Oulipo. “Escribir desde cero también me cuesta un poco, por suerte siempre estoy corrigiendo algo. La inspiración es un mito muy peligroso, la escritura es mucho trabajo y sobre todo reescritura”, dice.

¿Son reflexiones que acostumbras a hacer en tiempos de pandemia y de no pandemia?

–Fuera de la pandemia leo más, mucho más. Las reflexiones sobre la escritura las hago siempre, porque insto a mis estudiantes (de Dramaturgia en el IPA) a pensar a partir de lo que genera placer al escribir, un consejo del maestro Ariel Farace.

 

 

De “La Peste”

Es la primera vez que el escritor y dramaturgo Marcos Martínez publica una novela por capítulos y por Internet. Aunque son tiempos de información, él dice que hay dos factores que lo permiten: la hiperconectividad y que el tema puede leerse como analogía de nuestra realidad actual. “Además me gustaría que se publique en papel y también hacer lecturas con la exposición de los dibujos originales de Martín. Si todo eso sucede, sería un buen final. Un final feliz, un final distinto al de la novela”.

La publicación de cada capítulo coincide con el Himno Nacional todas las noches… ¿No te parece sospechoso?

–Es por lo menos irónico o bizarro, en el sentido actual del término. La peste trata sobre el mito del progreso, como tema secundario. No se habla del costo ambiental de ese progreso y de la riqueza amasada a costa del hambre de las clases explotadas. Entonces el Himno, esa versión recortada que cantamos, tiene mucho que ver. También coincide con los cacerolazos en el norte de CABA, ese que existe gracias a la peste del 71, cuando se produce el éxodo. Nunca tuvimos una burguesía ilustrada, siempre hicieron lo que dijera la prensa, ya sea The Standart, Clarín o La Nación. Defienden con uñas y dientes ideas que creen propias pero son ajenas… La novela empezamos a publicarla para la segunda etapa de la cuarentena y va a terminar con el final de la cuarta etapa y, esperemos, el final del aislamiento. Eso es llamativo. En general, tengo una relación rara entre escribir ficción y sus correlatos en la “realidad”, pero ese es tema para una nota completa.

 

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