Por Marcos Martínez
Ilustración: Martín Rusca

Capítulo 16
La noche es larga, demasiada larga e inmensa. El chico de los grandes ojos no puede cerrarlos, no puede conciliar el sueño, esta tarde una mujer se atravesó en su vida.
Una mujer de negro, de luto impecable, sentada en el banco de una plaza como si nada, como si en cada pestañeo no hubiera un muerto más. El sol acaricia su cuerpo y él lo envidia.
Estuvieron tan cerca que casi pudo sentir su respiración. Pensó acercarse dos pasos y decir alguna estupidez, sacarla del trance en el que estaba era simple, pero el cuerpo no respondió. La mujer que desea no está cortada con la misma tijera que él y encima viuda, casada con un muerto, como su madre. Competir con un muerto y su recuerdo inmaculado, idealizado, es demasiado para su juventud. Como llegó, imperceptible y de casualidad, se fue.
Los sueños también fueron largos y húmedos, bellos y olvidados.