Las caras de la ciencia

Por Bautista Franco

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La ciencia no es cara, cara es la ignorancia. Las palabras del doctor Bernardo Houssay retumban a través de los años. Un 10 de abril, pero de 1887, nacía uno de los más eminentes científicos que supo dar nuestro país. Es la razón de que esta fecha sea el Día del Investigador Científico.

Houssay fue cofundador de Consejo Nacional de Investigaciones científicas y Técnicas (Conicet) y ganador del Nobel de Medicina y Fisiología en 1947. Gracias a él, existen decenas de sedes de investigación en el país y miles de científicos trabajan en territorio argentino. Encontrarlos suele ser dificultoso, pues dedican mucho tiempo a sus investigaciones, que forman parte ineludible de sus vidas.

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Eva Peralta forma parte del grupo que desarrolla su labor en San Rafael. De Buenos Aires, es doctora en Antropología, grado académico que consiguió en nuestro departamento. Alta y siempre sonriente, comenta que «en Argentina para conseguir un doctorado hay que asociarse a un equipo de trabajo, investigar y realizar una tesis que hay que defender ante un jurado. Yo recientemente terminé mi tesis». Los últimos meses de Eva antes de la cuarentena fueron de intensa preparación para su examen, por el cual tuvo que viajar a Buenos Aires. Allí rindió ante renombrados investigadores del área que finalmente le dieron su doctorado. Al mismo tiempo estaba aplicando a una beca posdoctoral en Conicet.

Entre cerámicas con diseños andinos, habla de su tarea investigativa: «Estudié restos óseos humanos prehispánicos, 2.000 años antes del presente aproximadamente, y básicamente mi estudio consistió en abordar aspectos como la demografía, transporte, dieta y uso del cuerpo de esas poblaciones. El Sur de Mendoza es un área bien particular que nos permite ver cómo han cambiado las estrategias en las áreas desérticas y semidesérticas y fundamentalmente porque acá se definió el límite de dispersión de la agricultura antes de la llegada de los españoles. Acá pasaron muchas cosas importantes, yo lo que hice humildemente fue aportar lo que nos cuentan los huesos de esos procesos. Ahora continúo investigando en esa línea y tengo que publicar intensa y profundamente todo lo que he investigado en las diferentes revistas científicas de todo el mundo. También como parte de mi labor de divulgación, estoy dando clases, que es una tarea igualmente importante».

Eva es una apasionada de la historia de los pueblos. “Nuestra ancestralidad es lo que me motiva todos los días a continuar. Debemos dejar de pensar que la ciencia es un espacio para científicos y asumir que tenemos que tener una ciencia para la comunidad para afianzar, por ejemplo, su identidad de grupo, su pasado, recuperar un montón de herramientas para la vida diaria. Que no quede en el dato duro científico. Ese trabajo científico debe ser reconocido, siempre que recortan en ciencia, cuesta que la gente apoye las reivindicaciones del sector, y es porque no entiende bien que hacemos. Por eso una de mis proyecciones es mejorar mi forma de comunicar a la comunidad lo que hacemos”.

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A la charla se suma Verónica Vennari, doctora en Paleontología de la Universidad de Buenos Aires, quien llegó a San Rafael en 2015. «Después de hacer el doctorado y un posdoctorado, logré entrar a carrera en Conicet. Mi tema de estudio son los fósiles de amonites, animales marinos de la misma época de los dinosaurios. En el Sur de Mendoza se encuentran muchos. Mi trabajo es saber cómo eran, qué especies había, entender cómo era la vida en el mar, para tener una idea de nuestro patrimonio. Podemos conocer la edad relativa de las rocas que contienen esos amonites, y así podemos construir escalas temporales que podemos comparar con otras del mundo, lo que sirve para saber las características, la edad y otros aspectos de las rocas del territorio mendocino».

No solo está en Conicet, sino también investiga en el Instituto de Evolución, Ecología Histórica y Ambiente, una unidad ejecutora de Conicet y la Universidad Tecnológica Nacional. Además es docente del Profesorado de Biología en el IES del Atuel. Sobre Verónica se dice que tiene algún tipo de dispositivo mágico para poder hacer todas sus tareas, pues es madre de dos hijas y un hijo cuya crianza desarrolla con singular éxito junto a su compañero.

«En los últimos meses hemos visto un nuevo rebrote del interés por la ciencia. Sin embargo, a lo largo de los años el sueldo del científico se ha devaluado y hay cuestiones propias del sistema científico. Por ejemplo, cuando uno comienza le dan una beca, un subsidio, que no es considerado trabajo, siendo que también son productores de conocimiento esos becarios. Es importante dedicarle tiempo a la difusión y divulgación para que la sociedad entienda que es necesario invertir en ciencia, aun cuando no es visible en lo inmediato. Espero que esta cuarentena sirva para revalorizar el trabajo científico, hay grupos en todo el mundo completamente abocados a tratar de conocer más este virus para crear una vacuna. No es un esfuerzo de la nada, sino que son grupos que vienen estudiando desde hace años. Es importante que la sociedad vea eso y se sume a los reclamos de los científicos y la valorización de la ciencia», reflexiona.

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