Camilo F. Cacho
Tiempo atípico. Nunca permanecimos tanto tiempo con nosotros mismos.
Tiempo largo, tiempo incómodo, tiempo sordo, tiempo lánguido, tiempo inaguantable, tiempo aturdidamente silencioso.
Tiempo de pensar. Tiempo de secarnos los sesos pensando. Tiempo de pensar todo el tiempo en hacer cosas que no importan, para gastar el tiempo, para no pensar en el tiempo, para que pase el tiempo, para perder el tiempo.
Tiempo de pensar en la función que tiene el reloj de medir el tiempo.
Tiempo en que al reloj le revientan nuestros tiempos.
Tiempo de irnos a dormir cuando tenemos sueño y despertar cuando ya no lo tenemos. Tiempo que nos sorprende a la madrugada mirando las estrellas pensando el tiempo, o nos encuentra durmiendo en un sueño profundo a las doce del mediodía soñando el tiempo. Tiempo que nos descubre comiendo una milanesa a las seis o una sandía a las dos de la madrugada. Tiempo que nos sorprende haciendo el amor a las ocho o cocinado una tortilla de papas a las tres de la mañana.
Tiempo en el que la ropa decente reclama como un preso salir del placar. Tiempo en que la remera vieja, el jogging desteñido y las chancletas miran arrogantes a los uniformes y a los vestidos y celebran el esplendor que viven en este tiempo.
Tiempo de pensar que los tiempos del cuerpo y del alma se arañan hasta sangrar, como un pájaro que intenta escapar de una jaula herrumbrada. Tiempo de pensar que un viejo llora como un niño, un niño se ríe con una carcajada sin dientes, una joven vestida de negro permanece encorvada en la penumbra de sus miedos y una vieja asoma su cara al sol con una flor en la cabeza y renguea erguida en un baile que reclama tiempo.
Tiempo de vivir veinticuatro horas con personas elegidas.
Tiempo de vivir solos y preguntarnos si elegimos esa soledad o ella nos eligió a nosotros.
Tiempo de pensar si cualquiera de esas elecciones continúan siendo genuinas.
Tiempo de observar cada rincón del refugio que armamos para guarecernos del mundo. Tiempo de pensar si ese refugio nos protege. Tiempo de pensar si ese refugio refleja lo que somos y nos mantiene vivos.
Tiempo de ordenar y tirar recuerdos. Tiempo en el que nos encontramos con esos recuerdos que fueron parte de otros tiempos. Tiempo de resentir esos tiempos, con alegría, o con nostalgia, o con odio, o con tristeza.
Tiempo de pensar que no tendremos todo el tiempo.
Tiempo de preguntarnos sobre logros, decisiones, deseos, postergaciones a lo largo del tiempo.
Tiempo de pensar si es el tiempo el que se mueve, o somos nosotros los que nos movemos en el tiempo.
Tiempo de pensar cuando termine este tiempo, qué vamos a hacer con lo que nos queda de tiempo.