La chocha fue solo una excusa

Agustina Arregui pisó San Rafael por primera vez con su obra “Chocha de la Vida”

 

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Con la nariz roja caminaba entre libros sobre cuadros negros y blancos. Ahí estaba Conchaparrón en medio de la sala. Sus manos y su mirada derrochaban placer y anunciaban que algo “glorioso” estaba por suceder. De una mochila sacó una lista interminable. Su lengua se empezó a mover con rapidez: chocha, cuca, concha, comemuslo, cochofla, panocha, molusco, totona, pelúa, cuevita del amor…

Su lado conservador se asomó en forma de títere, pero rápidamente fue aplastado por el espíritu de una guerrera, equipada con un corpiño, una capa azul, una pintura de labios, un espéculo, una copa menstrual, un gel, un espejo y el fruto prohibido.

En tiempos de coronavirus, la vulva fue la protagonista.

“Chocha de la vida” es un unipersonal de clown. A través de esa técnica, el público, conformado en su mayoría por mujeres, se encontró desde el juego. También fue un viaje emocional, potente, con fuerza y reflexiones, pero además fue la excusa perfecta, el punto de inicio para tocar temas como la menstruación, la masturbación, la diversidad sexual y las mujeres que han sido asesinadas cada 23 horas en la Argentina…

 

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